Economía- ¿Cuándo saldrá España de la Crisis? Capítulo V (Actualización Julio 2013)

En un punto de Inflexión

Llevaba ya bastante tiempo sin escribir sobre este serial de cuándo saldrá España de la crisis, fundamentalmente por el cansancio que uno ya viene sintiendo, como casi toda la ciudadanía, ante ante el tortuoso camino que llevamos sufriendo hace ya casi 5 años (que se dice pronto). Tal vez por ello me he querido reservar este sexto capítulo (ver I, II, III, IV y V ) para cuando hubiera algún hilillo de esperanza del que tirar, para cuando hubiera algo menos malo que contar. La semana pasada, tan trágica por lo acontecido en Santiago de Compostela, se han sucedido por primera vez en bastantes años varias noticias económicas esperanzadoras que han pasado un poco de refilón ante la magnitud de lo sucedido en el ya tristemente conocido Alvia 151.

Tratando de seguir la explicación esquemática de los post anteriores para que todo el mundo me pueda seguir, e intentando ser lo más didáctico posible para que los menos doctos en economía puedan también comprender lo que voy a exponer, comienzo con el análisis:

1) El Mercado Laboral: La semana pasada conocimos los datos de la EPA (encuesta de población activa), los cuales, si bien reflejan "claros-oscuros", dejan en cualquier caso más noticias buenas que malas, lo que sin duda supone un pequeño alivio a pesar de que las cifras de paro siguen siendo escandalosas. La primera buena nueva que nos deja la EPA es que el número de desempleados se ha reducido en el segundo trimestre en más de 225.000 personas, lo que deja la tasa de paro en un 26,6%. Se han creado unos 149.000 puestos de trabajo, lo cual es una excelente noticia, pero no deja de ser preocupante que haya 76.000 personas que, o bien hayan dejado de buscar trabajo por el efecto desánimo justo cuando arranca la campaña turística, o bien se hayan marchado de nuestro país ante la imposibilidad de encontrar un empleo. Es decir, la cifra de paro baja, pero lo hace no sólo porque se creen puestos de trabajo, sino porque hay gente que deja de buscarlo, al menos en España.

Los jóvenes también se han visto favorecidos en este último trimestre de acuerdo con la EPA. El paro en este colectivo descendió en 27.100 personas, si bien es cierto que la creación de empleo neto ha sido de 11.200, lo que implica, al igual que en los números globales, que 15.900 menores de 30 años muy probablemente se hayan marchado en busca de otras oportunidades más allá de nuestras fronteras.

El número de hogares con todos sus miembros en paro se ha reducido en 84.900 unidades, y el número de familias en el que todos sus integrantes trabajan ha aumentado en 122.500. La empleabilidad, que mide la posibilidad de encontrar un puesto de trabajo, ha subido un punto, desde el 4,22% del primer trimestre del año, hasta el 5,3% actual. Hay, además, 8 comunidades autónomas que han sido creadoras netas de puestos de trabajo, y no todas, precisamente, vinculadas con el turismo. En paralelo, tenemos 37.300 autónomos más, de los cuales 14.400 dan empleo a otras personas.

Pese a este último párrafo, también hallamos noticias no tan buenas: el paro en el sector industrial y en la construcción sigue creciendo. En cuanto al primero, nuestro país ha destruido en los últimos 6 años un millón de puestos trabajo y si a las evidencias nos atenemos, es necesario un sector industrial fuerte y robusto para fomentar un estado de bienestar sostenible. Ello nos deja entrever también otro aspecto no tan positivo de la EPA, y es que el empleo que se ha creado ha sido de baja productividad, con especial protagonismo del sector servicios. El número de contratos temporales, además, ha aumentado en algo más de 162.000 unidades y el de contratos indefinidos, por el contrario, se ha visto reducido en 50.400. Por su parte, el grupo de parados de larga duración, que suma algo más de 2.890.000 personas, tan sólo han visto reducida su desempleo en 3.500 personas, lo que sin duda es preocupante, por cuanto este colectivo podría pasar a formar parte del llamado paro estructural, lo que traducido significa que ni cuando vuelva a cambiar el ciclo económica, será susceptible de ser absorbido.

Como decía al principio de este primer punto, hay "claros - oscuros", pero hay que tener en cuenta que en términos desestacionalizados, esto es, dejando al margen el efecto turismo o incluso también el del inicio de la campaña agrícola, la tasa de paro ha caído un 1% frente al crecimiento del 1,1% registrado en el primer trimestre del año, y que lo ha hecho en un contexto aún de recesión, por cuanto parece, de acuerdo con el Banco de España que nuestra economía frena su caída hasta el 0,1%, pero sigue todavía en fase contractiva. Como he tratado de explicar más veces, lo que nunca se ha dado en economía es que se cree empleo cuando un país está en recesión, lo que me hace pensar que, efectivamente, entramos en un punto de inflexión. En cualquier caso, ahondaré un poco más en las reflexiones del final.

2) Desapalancamiento del sector privado: Familias y empresas siguen siendo las que están haciendo mejor su trabajo. El que los  niveles de endeudamiento vuelvan a niveles razonables, es clave para que tanto unos como otros consuman e inviertan y, por lo tanto, le den la vuelta a la actual situación.

Las familias, por su parte, han visto cómo su deuda se ha reducido hasta niveles de marzo de 2007, confirmando que sigue haciendo sus deberes y que los está haciendo a una velocidad más rápida de lo previsto. Ello explica el por qué la demanda interna sigue cayendo con fuerza y que la moderación de dicho retroceso sea muy leve (del -0.7% del primer trimestre al -0.6% del segundo), aunque conviene no olvidar la creciente presión fiscal de los dos últimos años (subida de IVA e IRPF fundamentalmente).

Las empresas, por su parte, siguen también haciendo sus esfuerzos, y si bien es cierto que el FMI ha advertido en reiteradas ocasiones sobre el excesivo peso de su deuda sobre el conjunto de la economía española, también lo es que el desapalancamiento va a buen ritmo y que los pasivos de éstas ya se encuentran a niveles de mayo de 2007, como señaló el Banco de España hace un par de meses.

Las lecturas, pese a todo, se deben hacer en clave diferente en cuanto a lo que respecta a familias y a empresas. En lo que se refiere a las primeras, si bien la renta disponible sigue cayendo como consecuencia de la moderación salarial y las altas tasas de paro, también es cierto que el ahorro está aumentando. Aunque éste sigue en unos niveles muy bajos, lejanos a lo deseable, no se debe despreciar el incremento del 1,2% del primer trimestre del año. En primer lugar, porque los ahorros de las familias llevaban casi tres años sin crecer. Y en segundo lugar, porque refleja que las familias, por primera vez en varios años, no gastan más por desconfianza en la coyuntura económica, pero que comienzan a tener posibilidad de hacerlo, moderadamente, en cuanto mejoren un poco las cosas. Acepto la crítica de que también el ahorro puede haber subido consecuencia de la disminución del consumo, de que la gente se siga apretando el cinturón, pero también considero oportuno señalar, como así lo hace José Carlos Díez, que en España la deuda está concentrada en una generación, la de la burbuja, y que visto el ritmo de desapalancamiento actual, podemos estar más cerca de lo previsto (o un poquito menos lejos) del ajuste definitivo de las familias.

Más preocupante es la situación de las empresas. Su capacidad para devolver sus deudas están en relación a sus EBITDAS (beneficios antes de intereses financieros, amortizaciones e impuestos) y éstos están por los suelos. En paralelo hay una diferencia notable entre el endeudamiento de familias y empresas. Las primeras, cuando se compran una casa, piden préstamos que no exceden de un porcentaje de sus salarios. El principal problema es el de la gente que se queda en paro, por cuanto existe un colchón asumible (dentro del lógico sufrimiento) ante una eventual caída de ingresos vía reducción salarial, por ejemplo. Pero en una empresa esto no es así. Cuando una compañía se endeuda a largo plazo, lo hace para aumentar su capacidad productiva ante unas expectativas de crecimientos de ingresos. Hoy en España sobra capacidad por todos lados y las empresas no pueden hacer frente a los principales de sus préstamos. Y menos en un entorno de devaluación interna como al que nos quiere someter Bruselas. Nuestras empresas tienen una salida en la exportación, como ya se está viendo, pero ésta es lenta y requiere un tiempo que no sé hasta qué punto nuestra banca está dispuesta a dar.

La actual situación va a requerir quitas explícitas a nuestras compañías (esto es, condonaciones de deuda, o transformaciones en capital o préstamos subordinados que computen como capital) o implícitas, vía alargamiento de plazos para que la inflación haga su trabajo durante varios años. Pero para eso hace falta mucho valor, imaginación y, sobre todo, asumir que el coste de esta fiesta también requiere que la gran banca pague parte de su factura.

3) Desapalancamiento del Sector Público: Por un lado es cierto que lo que hizo España el año pasado no tiene parangón. Reducir el déficit cómo lo hizo en un contexto recesivo tan duro creo que no tiene antecedentes en lo que a historia económica se refiere, pero pese a todo se quedó a mitad de camino de lo que se nos exigía. El coste de meterle al enfermo tal dosis de quimioterapia fue dejarle moribundo antes de llegar al quirófano: 6 millones de parados pueden dar buena cuenta de ello.  En lugar de quitar gastos supérfluos y disminuir burocracia, así como parlamentarios y políticos, nuestro gobierno subió impuestos a toda la ciudadanía y recortó inversiones (sanidad y educación), lo que sin duda va a repercutir a medio plazo en nuestros indicadores de igualdad, claves para garantizar un desarrollo económico que preserve la paz social.

Viendo la sangría a la que estábamos siendo sometidos, Bruselas decidió darnos más plazo para cumplir los objetivos de déficit y ello, sin duda, nos va a dar algo más de oxígeno, pero conviene no obviar que nos queda camino por recorrer. El Banco de España apunta que los ingresos están creciendo por el incremento de la tributación, que los gastos siguen bajando, pero que todavía va a tocar hacer más ajustes para alcanzar las cifras que se nos exigen. Me preocupa que el empleo en el sector público haya bajado sólo en 2.600 personas durante el segundo trimestre del año, por cuanto sigo pensando que es ahí (en empresas públicas deficitarias, duplicaciones de la administración y puestos políticos) dónde hay más que hacer. A falta de ver en qué se traduce la reforma de la administración pública presentada el viernes, vislumbro nuevas subidas de impuestos salvo que desde la UE alguien por fin decida que es hora de centrarse también en el crecimiento y relajen un poquito los objetivos de déficit. Pese a todo, la consolidación fiscal es inevitable y necesaria, porque la cruda realidad es que con nuestros ingresos públicos no podemos pagar nuestras facturas y uno no se puede endeudar hasta el infinito.

4) El sector bancario: La creación del banco malo y el rescate de nuestras cajas fue un paso necesario (aunque tardío) para poner en orden el sector y sacar sus vergüenzas. El problema es que, a medida que se alarga la actual coyuntura y las empresas siguen con serios problemas para hacer frente a sus principales, la mora sube y los activos bancarios se deterioran, lo que obliga a dotar nuevas provisiones y hace más difícil que fluya el crédito. Respecto a éste último punto, conviene resaltar que desde Bruselas se advierte de que éste hasta 2014 es posible que no comience a recuperarse.

Hoy en día es cierto que sobra capacidad en casi todos los sectores y que, es cierto, a la luz del apalancamiento del sector privado, no existe tampoco una gran demanda solvente, pero dicho ésto, lo que no se puede es dejar a las empresas españolas sin gasolina, esto es, sin circulante, para financiar su actividad. Sin posiciones a corto, es imposible que las compañías puedan cumplir sus condiciones a largo. Desde la UE se debe apretar a la banca para que así sea. Hoy las PYMES siguen teniendo problemas para anticipar facturas de clientes solventes.

Parte del problema se podría solventar si a la par de exigirle a los bancos medidas de solvencia, se les incentivara también a prestar, cosa que ahora mismo no pasa. La unión bancaria podría favorecer a los países periféricos como el nuestro.

5) El sector de la construcción: Indudablemente ha quedado muy tocado, casi hundido. Tardará un tiempo en volver a tener un peso normal en el PIB (no el que tuvo durante la gran fiesta), pero con SAREB se ha puesto solución a buena parte del problema. Probablemente al sector le quede un ajuste de otros 3 ó 4 años, como han apuntado The Economist y El Mundo estos días. En primer lugar por el stock existente de pisos, en segundo lugar por las dificultades para financiar las nuevas compras y por último, porque cuando la gente tiene expectativas de que los precios de un bien pueden seguir cayendo, y las noticias apuntan en ese sentido, las decisiones de inversión se aplazan. Creo que estamos en ese punto. Pero dicho ésto, no creo que la demanda pueda caer mucho más. Lo que ocurre es que sigue habiendo muchos pisos en stock.

Por lo tanto, ¿cuándo saldrá España de la crisis? Tal vez la pregunta haya que reformularla y/o plantearla de otra forma. ¿Cuándo saldrá España de la recesión? ¿Y esa salida qué implicará? Respecto a la primera pregunta, me atrevo a decir que muy pronto. Apostaría a que antes de final de año tendremos algún trimestre en positivo. Y no creo que sea por méritos de nuestros políticos (ni de los de antes ni de los de ahora), sino simplemente pienso que los mercados se terminan ajustando y España ya no anda lejos de ello. Recapitulemos: ni el paro tiene mucho mayor recorrido ya, ni el crédito puede caer mucho más, las familias ya han recorrido un buen trecho en esta crisis y, aunque el consumo siga en estado deprimido, ya no creo que pueda bajar mucho más, el estado ya está comenzando a tener números algo mejores (y ello repercute en el coste de su financiación) y realmente vislumbro un cambio estructural en las exportaciones de las empresas, lo cual nos está dando algo de oxígeno en términos macroeconómicos. En paralelo Europa está también algo mejor: las tasas de paro han bajado ligeramente, el precio de la vivienda en países como Irlanda se recupera y los mercados están mejor que hace un año. Estamos, por fin, en el fondo, en un punto de inflexión en el que debería, por fin, comenzar la recuperación.

La diferencia entre el momento actual y el famoso de los "brotes verdes", es que en aquel entonces apenas había comenzado el desapalancamiento de familia y empresas, la banca pegaba patadas hacia delante y no se terminaba de pinchar la burbuja. La banca, además, tapaba sus vergüenzas con ingeniería contable con la connivencia del Banco de España. Aquellos meses de cierta mejoría eran fruto de un desmedido aumento del gasto público que en su mayoría fue improductivo. Sin duda hoy estamos mucho peor que entonces, cumpliéndose al fin la profecía de Keynes: "cuando los mercados se ajustan por sí solos sin que los gobiernos sean capaces de remediarlo, el coste social es insoportable". Pienso que estamos ahí.

Pese a todo, Europa afronta un escenario muy difícil. El PIB en la eurozona ha retrocedido 5 años y el empleo 7, y los niveles de vida previos a esta gran coyuntura quedan muy lejos todavía. Existen, además, riesgos por el camino y tareas por resolver. Grecia probablemente necesite otra quita, Portugal y Chipre van camino de una depresión, el paro en los países periféricos tardará en resolverse, y sigo pensando que en nuestro país el principal problema, al margen del desempleo, puede ser la deuda privada de las empresas. Quedan aspectos cruciales por solventar que van a marcar el fin de esta coyuntura: la unión fiscal y bancaria a nivel europeo, los posibles acuerdos comerciales con EEUU, Corea y Japón, y a nivel español el que se haya acertado con la reforma laboral y que seamos capaces de crear empleo con crecimientos bajos, circunstancia que hasta la fecha nunca se ha dado.

Así pues, soy un poco más optimista que hace unos meses, por cuanto cuando uno se acostumbra a vivir en el infierno, el purgatorio no le parece un sitio tan malo. Creo de verdad que la peor fase de nuestra crisis la hemos pasado, pero al igual que si tuviera que apostar por el fin de la recesión diría que esta está próxima, como indicaba hace unas líneas, también alinearía mis cuartos con todos aquellos que consideran que nos quedan por delante 4 ó 5 años de crecimientos paupérrimos y muchas incertidumbres que pasar. A favor nos queda que Europa siempre se ha levantado cuando le han dado por muerta. Desde la caída del Imperio Romano hasta la II Guerra Mundial, siempre ha sido así. Y también que nuestro país siempre ha sacado lo mejor de sí mismo en los peores momentos. El ejemplo más cercano es el del accidente del otro día. En el fondo somos un gran país y de esta saldremos reforzados.

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