Fútbol - Simeone y ZIdane, dos estilos de liderazgo

Algunos Apuntes



Pues ya está. Sólo han pasado dos años desde lo de Lisboa y de nuevo tenemos por segunda vez en la historia lo que parecía impensable hace no tanto: una final de Champions con dos equipos de la misma ciudad disputándose la máxima competición Europea. Como español y como madrileño, no puedo dejar de sentirme orgulloso de cómo la ciudad que me vio nacer sigue haciendo marca España allá por dónde vaya, y como amante del fútbol, como seguidor del Real Madrid que soy, y del sincero cariño que le tengo al Atlético de Madrid por la amistad que tuvo mi abuelo en su día con Vicente Calderón, no puedo más que congratularme ante un espectáculo que seguro será maravilloso dentro y fuera de la cancha.

Si algo tienen en común este Real Madrid y este Atlético de Madrid es que casi por encima de sus cracks, tienen a sus líderes en el banquillo. Con estilos diametralmente opuestos, cada uno fiel a su manera de ser y de entender el fútbol, Zidane y Simeone han sido claves en la reedición de esta final. Del segundo se puede esperar ya cualquier cosa. Lo del primero ha sido una agradibilísima sorpresa.
Y es que Simeone ha sido el Di Stéfano del Atlético de Madrid, pero con la particularidad que su influencia ha sido desde el banquillo y no tanto en su época de jugador pese a ser partícipe del mítico doblete obtenido bajo la batuta de Radomir Antic. El Cholo ha logrado desterrar definitivamente esa vitola de “Pupas” que perseguía a los colchoneros precisamente desde la final contra el Bayern de Munich del año 74 para introducir en su ADN un gen competitivo hasta límites insospechados. Si lo de 2014 parecía imposible de repetir, ahí está lo que han logrado este año con un camino infinitamente más complejo. Si hace dos temporadas el Atleti eliminaba a un Barça deprimido y a un Chelsea que hacía aguas atrás, este año se ha llevado por delante a un equipo que ha estado imbatido durante casi 40 partidos y que tiene arriba probablemente a la mejor delantera del mundo. En semifinales esperaba el Bayern de Guardiola, un equipo temible, compuesto de extraordinarios jugadores, y dirigidos por un entrenador que por mucho que ahora la crítica se cebe con él, me parece brillante. Hasta que cruzó con Simeone y los suyos, el Bayern estaba arrasando en liga y champions y se había llevado por delante a la Juve. 

Claro que a mi también me gusta más la propuesta futbolística del Bayern que la del Atleti, pero la fe, la determinación, el espíritu de lucha y, sobre todo, las ganas de ganar de los del Manzanares llegan a cualquiera. Los colchoneros son un EQUIPO, extraordinariamente construido desde atrás a partir de personas solidarias, capaces de darse una carrera por el compañero en cualquier minuto del partido. A mi no me parece un equipo violento, como se les ha intentado tachar, sino más bien intenso, correoso y, eso sí, que sabe manejar los tempos del partido como nadie, lo que le hace no tener ningún pudor en hacer todas las faltas necesarias para llevar el encuentro a su territorio cuando siente que la situación se le escapa de su control.

En el Atlético el líder es el míster y todos los jugadores han hecho suya su propuesta del “partido a partido”. Personalmente me encantó la rueda de prensa que dio tras eliminar al Barça y me parece oportunista recordarle lo que dijo tras el partido de ida. Los que hemos jugado al fútbol, aunque haya sido en categorías más humildes, sabemos cómo sale uno de los partidos y las cosas que se le pueden pasar por la cabeza. Simeone está teniendo éxito porque lo primero que hace es respetar al rival y eso hace que sus jugadores no se tomen un respiro en ningún momento de ningún partido. Es un gran estratega, pero sobre todo es una persona que sabe sacar partido a todos sus jugadores superando cualquier límite preestablecido. Yo no confiaba en la vuelta de Torres a la élite. Como también creía que Griezman era un muy buen jugador y no el crack de clase mundial en el que se está convirtiendo. ¿Podrían Guardiola o cualquier otro entrenador alcanzar las cotas del Cholo en el Atlético? Yo creo que no. Y sin embargo, parafraseando a Valdano, creo que Simeone haría competitivo hasta a un equipo de monjas (dicho esto con el mayor de los respetos). Los jugadores rojiblancos tienen el carácter de su técnico y eso les hace creer que ningún objetivo es inalcanzable. El Atlético ya está en la élite, ese lugar del que nunca debió salir.

En lo que respecta al Real Madrid, su grandeza queda puesta de manifiesto en que es el único equipo del mundo al que se le critica por cómo ha llegado a una final, o incluso por su juego durante la misma aunque la gane (véase la 9ª, contra el Bayer Leverkusen). Aquí el gen ganador está impregnado desde que Di Stéfano se vistió por primera vez la elástica blanca y desde entonces, da igual lo mal que haya estado el equipo, las goleadas que haya recibido o los cambios de entrenador que haya tenido, que el Madrid siempre es capaz de volver, de ganar ligas perdidas (véase la última de Capello), Copas de Europa imposibles (véase la de los Ye-Ye o  la 7ª ante una Juve de ensueño) y eliminatorias que pintan azul oscuro, casi negro, como reza la película de Daniel Sánchez Arévalo. Lo que sorprende este año es lo que ha ocurrido desde enero, desde el día que se cesó a Benítez, hasta la fecha.

El día que el Madrid perdió 0-4 contra el Barça me preguntaron varios amigos por mi opinión al respecto. Les dije claramente que yo creía que había que despedir a Benítez esa misma noche y hacer una limpia en la plantilla durante el verano siguiente. Además de haber jugado en categorías modestas, he tenido la suerte de entrenar equipos de niños durante unos cuantos años. Aprendí muchísimo de ambas vivencias, y aunque pueda resultar temerario comparar lo mío con el deporte de alto nivel, la vida me ha hecho comprender que las personas tendemos a repetir comportamientos. El Madrid de Benítez era un equipo deshecho en todas las facetas: físicas, tácticas y anímicas. Y encima se notaba a la legua que ese vestuario no creía en lo que estaba haciendo. Levantar situaciones así, de las cuales he vivido unas cuantas, es muy, muy difícil, y las temporadas terminan siendo un suplicio.
Cumpliendo el guión, el cambio de Zidane por Benítez tuvo un efecto inmediato sobre la plantilla y el equipo comenzó ganando y jugando realmente bien. Poco después comenzó a entrar en barrena, con partidos lamentables como el de Málaga o Las Palmas, y desastres como el del Atlético de Madrid en el Bernabéu. Se acabó el efecto “Zizou”, decía la prensa. El Madrid parecía que se despedía de la liga y era una quimera pensar en ganar algo esa temporada. Los defectos del equipo eran enormes. El propio Zidane pareció abatido tras aquella derrota, la cual, sin embargo tuvo un efecto catártico sobre la plantilla. El galo instauró una meritocracia que llevó a Casemiro al once titular y dejó fuera del mismo a pesos pesados como Isco o James. Dio más protagonismo a Pepe, el cual tiene una ascendencia sobre el equipo más que notable y premió a los Lucas Vázquez o Jesé, los cuales en los entrenamientos respondieron a la nueva exigencia del mismo. Y si tenía que meter a un chaval de 19 años de titular en el partido en el que se juega la liga en San Sebastián se le metía. Zidane ha ejercido un liderazgo más silencioso, más pausado, pero desde los valores, la exigencia y la confianza en el grupo, ha sabido recuperar una plantilla que parecía una sombra de lo que fue.

Yendo de frente, siendo honesto con su plantilla, recuperando su autoestima y haciéndoles ver lo que realmente es el Real Madrid, Zidane obró el milagro. Tras la derrota en el Derby, el Madrid ha jugado 16 partidos, ganando 14, empatando 1 y perdiendo otro. Por el camino ha recuperado al mejor Cristiano, Bale apunta a candidato a balón de oro y Benzemá está haciendo una campaña como no se le recuerda otra. A la defensa le hacen menos goles que nunca y le rematan mucho menos que con Benítez, pero sorprendentemente aún menos que con Mourinho. Personalmente el día del Villarreal el Madrid me dio la impresión de EQUIPAZO. Zidane vino al Madrid a hacer jugar al equipo de forma espectacular, pero curiosamente ha rehecho el equipo desde la defensa, como el día del Barça se demostró. Pero además el Madrid ahora con Zidane remonta y se nota que es una piña. El abrazo de Isco a su entrenador ayer es más que significativo. Hoy el Madrid aún no ha ganado nada, pero si tras aquel 27 de febrero, fecha en la que se jugó el Derby, nos dicen que el Madrid iba a estar en la final de la Champions y a un punto del Barça en la liga, ninguno nos lo hubiéramos creído.

Así que de nuevo nos espera la madre de todas las finales, con dos equipos que llegan pletóricos de moral y con hambre de victoria, tanto por alcanzar la gloria como para tomarse mutuamente una justa revancha. Unos por lo de Lisboa, otros por los palos recibidos tras la última derrota en liga. Y es que aquel día, tal vez sí que empezó todo. Para unos y para otros.

Que gane el mejor, el que más se lo merezca, aunque mi corazoncito ya sabéis que es blanco hasta la médula. ¡Menudas semanas nos esperan!

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