Vivencias - 11 Años sin Sara

Pequeño Homenaje a una Gran Amiga

Pasan los años y no logro acostumbrarme. Y en el fondo me alegro de que así sea. Cuando alguien te deja una huella imborrable en lo más profundo de tu corazón, es síntoma de que fue importante en tu vida. El tiempo pasa y nunca te deja indiferente. Dicen que lo cura todo, pero yo creo que hay heridas que nunca terminan de cicatrizar. Admito, no obstante, que al menos las pone en su sitio. Por un lado, porque uno logra coger algo de perspectiva y ver las cosas de otra forma, pero por otro, porque también te permite ponderar sentimientos. Hoy sigue siendo rara la semana en la que no me acuerde de Sara, en la que no me vengan a la mente imágenes suyas o momentos que ambos compartimos. Quién tiene un amigo tiene un tesoro, y yo lo tuve con ella. Con esa perspectiva que antes decía, logro comprender que la complicidad y confianza que tuve con ella, la he tenido con muy poca gente. Aún echo de menos que me aconseje o que me llame para contarme lo ilusionada que estaba con esto o aquello, cuando había conocido a alguien, o cuando tenía sus idas y venidas con antiguas parejas. Lo nuestro solía ser honestidad brutal y por ello también teníamos nuestras discusiones. Sin embargo, ambos sabíamos que tanto el uno como el otro siempre estaría ahí.

Así que aquí estamos, de nuevo otro día de Navidad dedicándole unas líneas, pensando en ella y recordando el día en que se nos fue de la noche a la mañana, llena de vitalidad, juventud y proyectos por hacer. Sara fue muy grande, y así la recordaré siempre. Sigo echando de menos no acudir a ella, no verla más, no quedar a tomar café o a jugar aquellos partidos de fútbol que organizaba de vez en cuando (y qué bien jugaba), pero sobre todo un dolor profundo por no haber estado más cerca suyo durante los últimos meses de su vida. Aún me río o se me marca una sonrisa al pensar que cuando escribo este post estará "regañándome" cariñosamente desde el cielo como siempre hacía cuando estábamos más tiempo del debido sin hablar.

Ya ves, Sara, que sigo siendo un poco desastre, pero también sabes ahora mejor que nunca que te sigo recordando, que siempre ha sido así, y que fuiste una amiga muy importante para mi. Imagino que desde esa parte del cielo en la que el Padre Bueno tiene acogidas a las buenas personas, allí verás cómo sigo conservando aquel último regalo que me hiciste por mi cumpleaños y cómo se me sigue haciendo un nudo en la garganta cada vez que lo veo.

Desde una fría mañana del año 2003, las Navidades son para mi una fecha contradictoria. Alegre por lo que significa como creyente que soy, por compartir y celebrar con mi familia, pero también amarga por recuerdo de una gran amiga que perdí para siempre. Pasan los años y pasa el tiempo, pero el recuerdo siempre permanece. Y me alegro que así sea. Once años sin Sara. Me sigue pareciendo mentira.

Comentarios

Entradas populares