Economía - Europa Tiene un Problema

Europa Tiene un Problema

O varios, cabría decir. Hoy hace justo una semana desde que conocimos los datos de crecimiento de la Eurozona durante el segundo trimestre y para sorpresa de muchos, empezando por el que suscribe estas líneas, España ha pasado en apenas un año de ser la preocupación de la UE a liderar el avance económico. Ello no quiere decir, sin embargo, que nuestro país vaya bien. Si acaso, sólo un poquito menos mal, que no es poco vista la derivada que llevábamos hasta no hace tanto. Sin embargo, resulta preocupante que Italia haya vuelto a entrar técnicamente en recesión por tercera vez en 6 años y que Francia sea incapaz de volver a la senda del crecimiento. Lo de Alemania tiene más de coyuntural que otra cosa, ya que se esperaba un frenazo por lo inesperadamente fuerte que fue el primer trimestre del año, pero la crisis rusa, lo de Francia y lo de Italia, añade cierta incertidumbre al futuro inmediato de la locomotora europea.

Europa tiene varios problemas si analizamos con cierta asepsia los datos de crecimiento. Dejemos a un lado doctrinas ideológicas y vayamos al análisis más sencillo. La economía de un país, o en este caso de la Eurozona, puede crecer por dos motivos. El primero, porque acumules recursos. El segundo, porque los emplees mejor. Los primeros permiten mejorar la economía, pero no aumentar la renta per cápita, la cual es un cierto termómetro, junto al coeficiente de Gini, para saber la salud real de un país. Para lo segundo, para que el crecimiento económico se note en el bolsillo de los ciudadanos, es necesario emplear mejor los recursos.

Pongamos un ejemplo. Un país tiene 100 personas y cada una de ellas produce 1 unidad monetaria. El PIB del país sería 100 y la renta per cápita sería 1 unidad monetaria. Si debido a una explosión demográfica el país pasara a tener 120 habitantes, los cuales siguieran produciendo 1 unidad monetaria, el PIB sería de 120, pero la renta per cápita seguiría siendo de 1.

Imaginemos que ese país tiene una tasa de paro del 20%. Los 80 habitantes que trabajan generarían un PIB de 80 y la renta per cápita sería de 0,8 unidades monetarias. Imaginemos que una reforma laboral lograse el pleno empleo. De  nuevo el PIB del país volvería a ser 100 y la renta per cápita mejoraría hasta 1 unidad monetaria. Y no digamos ya si una mejora de I+D+i permitiera producir 2 en lugar de 1 unidad monetaria. Nuestro país imaginario pasaría a tener un PIB de 200 unidades monetarias y una renta per cápita de 2 unidades monetarias. Lo que hace que las sociedades mejoren realmente desde un punto de vista económico es el mejor uso de los recursos y un mejor funcionamiento de los mercados.

Este ejemplo tan simple que acabo de exponer es esclarecedor, ¿verdad?

Los problemas de Europa son siderales. De un tiempo a esta parte se ha dejado de dar importancia a la demografía y nos encontramos con una población envejecida y una natalidad por los suelos. Dicha circunstancia se venía paliando por la llegada de inmigrantes que completaban la mano de obra que faltaba en la vieja Europa. Sin embargo, hay una realidad económica irrefutable: los mercados se mueven siempre hacia dónde hay una mayor rentabilidad. Y entre ellos el mercado laboral, el cual siempre se desplazará, por lo tanto, hacia dónde efectivamente se generen puestos de trabajo. Está pasando en España, o sobre todo ha pasado estos años atrás. La gente emigraba a Alemania o Inglaterra buscando un empleo que no podía encontrar por aquí. Y comenzará a pasar en el resto de Europa, la cual no tiene tasas de paro tan astronómicas como la nuestra, pero sí inusualmente elevadas. Vamos camino de quedarnos sin recursos humanos suficientes y eso es un drama, por cuanto es posible que buena parte de la inmigración se derive hacia zonas del mundo dónde sí se crea empleo.

Y lo es también por el estado de bienestar que hemos construido en Europa. Es imposible que salgan las cuentas en un país como España, con (números redondos) 16 millones de empleos, de los cuales 4 millones de ellos son públicos. 12 millones de personas que trabajan en el ámbito privado sustentan a 36 millones que dependen del estado en mayor o menor medida. España necesitaría 24 millones de empleos en el ámbito privado para poder garantizar pensiones y su estado de bienestar. Aunque los 5 millones de parados lograran encontrar un empleo en una empresa, nos seguirían faltando 7 millones de puestos de trabajo. Se podrán poner parches (necesarios) alargando la edad de jubilación en determinados puestos de trabajo y sectores, pero serán eso, parches, por cuanto hoy no nacen niños suficientes... y la inmigración ya no viene a nuestra ayuda. Salvo Alemania, por la cantidad de inmigrantes que sigue atrayendo, el resto de países europeos tiene un problema parecido al nuestro. Dicho de otra forma, nos quedamos sin recursos humanos suficientes.

El uso de los recursos humanos es clave en Europa. En primer lugar, porque el viejo continente apenas tiene materias primas y es energéticamente dependiente. En segundo lugar, porque buena parte de su industria, o ha desaparecido, o ha sido deslocalizada, por lo que muchos países tienen modelos económicos intensivos en mano de obra. Y en tercer lugar, porque la falta de visión de nuestros dirigentes ha condenado a la UE al ostracismo tecnológico y de innovación, lo que va a lastrar durante décadas nuestra capacidad de emplear mejor nuestros recursos. Sólo hay 2 universidades europeas (Oxford y Cambridge) entre las 20 mejores del mundo, pero si nos centramos en las de la Eurozona, no encontramos ninguna hasta el puesto 35, dónde según el ranking de Shanghai se encuentra la Pierre & Marie Curie de París. ¿Preocupante, no? Una mejora notable de la productividad en Europa podría ser la solución a muchos de nuestros males, sin embargo, estamos en las antípodas de ello.

Hoy EEUU sigue siendo una impresionante selección mundial en sus Universidades, pero Asia ya es la región del mundo que más ingenieros licencia cada año y se ha convertido en la principal potencia en lo que a registro de patentes se refiere. Mientras Asia recupera a sus ingenieros formados dentro y fuera, e incluso los atrae de Europa o EEUU, mientras EEUU sigue siendo la primera opción para las mentes brillantes de nuestro planeta y mientras en ambos lados sigue siendo fácil crear una empresa y encontrar un "Angel" que financie las "Start up" que al  amparo de la innovación se van creando, en Europa seguimos estancados. La mano de obra que atraemos, por lo general, es poco cualificada, sigue siendo difícil crear una compañía y aún es poco frecuente encontrar financiación más allá de la puramente bancaria. En EEUU y en Asia, la colaboración empresa - universidad se fomenta para fomentar el I+D+i, pero además existe un modelo de incentivos que premia precisamente la cultura de la innovación y el talento.

En Europa, y que nadie se lo tome a mal, sigue habiendo una cultura del funcionariado. Según las encuestas y las Comunidades Autónomas, el año pasado entre el 30 y el 40% de los estudiantes universitarios españoles querían ser funcionarios. En Francia la cosa es más llamativa aún: hasta el 75% de los estudiantes universitarios querían ser funcionarios. En España no hacen falta 5 millones de puestos de trabajo, sino 500.000 empresarios que creen cada uno 10 puestos de trabajo. Mientras ese cambio cultural no se produzca, no vamos a tener compañías capaces de innovar y salir a competir en valor añadido. No hay apenas recursos para investigar y no se fomenta la colaboración entre universidades y empresas en ese ámbito. Mientras eso siga siendo así, Europa no podrá atraer talento, y lo que es peor, se verá abocada a una competencia de costes en la economía global.

A Europa sólo le queda exportar y a poder ser, fuera de la UE. A corto plazo, para paliar los déficits públicos y mantener unos sistemas de bienestar que cada vez van a costar más sufragar, pronostico un incremento de la presión fiscal sobre ciudadanos y empresas o una congelación de salarios en lo público. Todo ello incidirá en un menor consumo interno privado a corto plazo, o al menos en una no recuperación de los niveles previos a la actual crisis. 

En la economía global, cuando uno compite en costes, que es hacia dónde se dirige Europa, tiene que asumir que marca las reglas del juego el país más pobre, porque suele ser el que tiene menores salarios, menores sistemas de protección social y menores leyes que protejan a los trabajadores. En China, por ejemplo, apenas hay vacaciones. Y apenas hay fines de semana. El respeto a las estipulaciones ILO (International Labour Organization) es ficticio y en el mejor de los casos no está garantizado. Del subsidio de desempleo o las pensiones en Asia ni hablamos. Todo ello redunda en unos costes de producción mucho menores. Obviamente, nuestro modelo es mil veces mejor, no seré yo quién lo discuta, pero para mantenerlo es imprescindible recuperar el liderazgo que en su día Europa ejerció, basado en una cultura de esfuerzo, innovación y excelencia que hemos perdido por el camino. Competir en costes siempre te encamina hacia una competencia a la baja en derechos sociales históricamente alcanzados.

Bajo mi punto de vista, Europa tiene tres puntos a favor que me hacen ser optimista respecto a su futuro, pese a lo expuesto en estas líneas. El primero de todos, es que tiene un gran potencial de crecimiento por cuanto tiene una tasa de paro muy elevada. Es decir, en ese aspecto, tiene posibilidades de mejorar el uso de sus recursos. Sobre todo países como España. En segundo lugar, es una región que goza de estabilidad institucional, lo que le debería permitir acometer reformas estructurales que permitan un mejor funcionamiento de los mercados y las administraciones, pero también cooperar no sólo en apagar fuegos, sino en trazar una hoja de ruta similar a la que trazó Corea del Sur hace 30 años. El país asiático por aquel entonces era mucho más pobre y estaba en un punto de partida mucho peor. Otro modelo económico es posible y conviene aprender ciertas lecciones de aquel. En tercer y último lugar, y esto es algo que me habéis leído más veces, porque Europa siempre ha resurgido de sus cenizas. Lo hizo tras la caída del Imperio Romano, lo volvió a hacer tras la peste e hizo lo nunca visto tras las dos Guerras Mundiales del Siglo XX. Estoy convencido de que nos reinventaremos de nuevo.

Ahora bien, si el viejo continente quiere volver a hacerlo, necesita mayor determinación política y un mayor esfuerzo, que debe empezar por la clase dirigente, la cual debe ser ejemplar, y debe ser la primera que valore qué nivel de burocracia es sostenible. Ningún país se puede endeudar hasta el infinito, y la Eurozona comienza a tender hacia ello. No podemos permitirnos una clase política despótica como la actual. 

¿En qué posición queda España? Pues curiosamente yo es de las que mejor futuro le auguro a corto y medio plazo. En primer lugar, porque tiene una tasa de paro sideral, por lo que a poco que se siga creando empleo con tasas de  crecimiento relativamente bajas, la economía seguirá mejorando. En segundo lugar, porque el principal cambio que se ha dado en nuestro país, al menos en su clase empresarial, es la de la vocación exportadora. Con Europa parada, nuestro país ha visto como sus exportaciones del segundo trimestre crecían un 0,5%. España lideró el crecimiento de las exportaciones en la UE en 2013 (el año pasado crecieron un 4,3% frente a la caída de Francia del -1,6%, de Alemania del -0,2% y de Italia del -0,1%), y por primera vez en su historia, los bienes de equipo, coches fabricados aquí al margen, lideran el mix (20,9%). Es decir, que por primera vez exportamos bienes con valor añadido además de los típicos productos agroalimentarios. Desde el año 2008, nuestras exportaciones han crecido un 20%. Si redujéramos nuestra dependencia energética del exterior (sobre este tema irá mi próximo post), iríamos mucho mejor. Por último, España tenía unas cuentas públicas envidiables hasta el año 2008. Volviendo al nivel de gasto público del  año 2001, sin tocar sanidad y educación, que se puede hacer, podría eliminar su déficit a corto plazo y comenzar a disminuir su deuda. En España se ha destruido tanta riqueza, que a poco que mejore la coyuntura, se notará en la ciudadanía. Sin embargo, los retos europeos son comunes y conviene no olvidarlo. A medio plazo tendremos los mismos problemas que los demás.

Europa tiene varios problemas, como he tratado de desmenuzar en este post, pero sobre todo tiene alma y un encomiable espíritu de superación. Yo sigo confiando en que una vez más seamos capaces de levantarnos, pero nos esperan unos años complicados por delante. Peleando a la contra. Es lo que hay. 

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