Economía - El Largo Camino de la Recuperación

Encuestas, Datos y Realidades

La explicación de la economía en etapas turbulentas a cargo de nuestros políticos suele ser falaz, por cuanto se trata de explicar la misma desde un punto de vista ideológico carente del más mínimo rigor. O peor aún, éste suele ser interesado. Ocurre que en momentos convulsos, el gobierno de turno lanza recurrentes eufemismos para describir las cosas y que la oposición responde con catastrofismos. Podríamos considerar que en el centro del debate está la verdad. Al menos en momentos como el actual. Los datos macro muestran una cierta recuperación, todavía endeble, que poco a poco debería irse reflejando en el día a día de las personas. Frente a esa realidad, está otra que sigue siendo muy dolorosa: partimos de un punto tan bajo, que la mejoría será lenta, insoportablemente larga para muchas familias y empresas, e injustamente asimétrica, como la destrucción de riqueza de estos últimos 6 años. 

No es la primera vez que la economía se encuentra en un punto como el actual desde la caída de Lehman Brothers, allá por el año 2008. Tras aquella tormenta financiera que se desató, y tras la llegada de la misma a la economía real, los gobiernos de la OCDE trataron de relanzar la actividad con inmensos programas de incremento del gasto público. Aquello generó una mejoría momentánea, allá por el año 2010, que permitió incluso hablar de "brotes verdes" en nuestro país. Bajo mi punto de vista, la realidad actual es bastante diferente. En aquella época, se sedó al enfermo, pero no se le solucionaron sus problemas y lo que es peor, los efectos secundarios de aquella terapia aún siguen siendo complicados. Europa en general y España en particular tenían graves desequilibrios sin resolver, a los cuales se trataba de dar una solución política más que económica. La patada adelante era la premisa general en el viejo continente. No diría que hoy aquellos problemas estén resueltos del todo, pero sí que la madeja se ha comenzado a deshacer.

Cabe cuestionarse, por supuesto, si no había otro camino que fuera más soportable para la sociedad en su conjunto. Aunque en puridad económica, obviando a las personas (quiero subrayar ésto), a largo plazo la terapia aplicada pudiera tener sentido, no se pude olvidar aquella gran frase de Keynes: "a largo plazo todos estaremos muertos". Y de lo cabe ninguna duda es de que estos últimos tres años han sido especialmente difíciles. 

Pese a todo y divagaciones aparte, yo sí que creo que la recuperación ha comenzado en nuestro país, aunque sea con matices y algunas reflexiones que me dejo para el final del post. Varias eran las claves que en El Disparadero hemos venido señalando como fundamentales  para que España pudiera salir de la crisis. Véamos cómo están las mismas.

- Desapalancamiento del Sector Privado: Tanto familias como empresas siguen haciendo su labor. Me atrevería a decir incluso que son los que mejor están haciendo sus deberes, aunque también sea porque no les queda otra. Respecto a las primeras, los datos reflejan que su nivel de apalancamiento ya está a niveles del año 2006, lo que supone casi un 12,5% menos desde su punto más alto, y bajando, porque el crédito todavía no fluye como debiera. Esta excelente noticia se complementa con el dato del ahorro de las familias, el cual se encuentra en niveles máximos desde el año 2006 también. Ello se explica por el incremento de la riqueza financiera neta de los hogares, la cual mejoró un 25,6% durante el último año. Este dato debe ser matizado: cayeron las rentas de las familias, pero mejoró su riqueza financiera como consecuencia de la mejoría de la bolsa. Esto reafirma lo dicho al principio: la recuperación va a ser asimétrica y va a ser mucho más rápida para los que más tienen. Sin embargo la primera parte de la ecuación, la de la bajada de la deuda, es generalizada para toda la sociedad y era imprescindible para comenzar la recuperación. Se suele decir que los procesos de desapalancamiento suelen durar 10 años pero puede que en el caso de las familias españolas éste sea algo más rápido. 

La importancia de esta noticia se puede ver en las evidencias de los últimos datos macro y las previsiones para los próximos meses y años: Por un lado, el consumo privado ha comenzado a sumar al crecimiento antes de lo previsto. Por otro, la revisión al alza de los datos de crecimiento para los próximos años de todos los estudios, los cuales han visto la luz estos días, pronostican una mejora mayor de la prevista inicialmente del consumo de los hogares.

En el caso de las empresas, la situación es algo más compleja. Han comenzado su proceso de desapalancamiento también, pero aún les queda un largo camino por recorrer. El punto más alto del nivel de endeudamiento de nuestras compañías fue en el año 2010, cuando éste llegó a suponer el 143% del PIB. Hoy en día suma el 128%. Según el FMI, para completar el proceso, debería caer otros 15 puntos más, hasta situarse en el 113%, lo que implica un ajuste adicional de otros 200.000 millones de euros. La media europea, en cualquier caso, es del 98%. Nuestras empresas siguen siendo las sextas más endeudadas de la UE y deben destinar de media un 12% de sus ingresos para el pago de sus intereses bancarios, lo que  es una burrada. Se podría decir que las empresas están a la mitad del camino, pero con un rayo de esperanza que no debe ser obviado. Hasta ahora lo han hecho con el grifo del crédito cerrado (éste ha caído en más de un 30% desde el año 2008, y lo que ha habido desde entonces ha sido casi todo para refinanciaciones) y parece que se está revertiendo la tendencia. De acuerdo con BBVA Research, el crédito nuevo, sin contar reestructuraciones de deuda, creció el año pasado un 7%, si bien el mismo se concentró, fundamentalmente, en la última parte del año. Si el crédito fluye, es muy probable que la segunda fase del desapalancamiento sea un poco más larga pero también mucho más llevadera, lo que debería incidir en la mejora de las inversiones, del consumo empresarial e incluso de las contrataciones. 

- Las cuentas públicas: España sigue penando el disparate de llevar su déficit público por encima del 12%. No se trata de ideología, sino de sentido común. Nadie puede gastar más de lo que ingresa de forma permanente. Hoy seguimos gastando un 6,6% más de lo que ingresamos pese a todos los recortes y subidas de impuestos, y ello está llevando a nuestra deuda pública a niveles desconocidos, al menos en los últimos tiempos. Éramos una referencia en Europa por lo saneadas que estaban nuestras cuentas públicas y hoy sabemos que tendremos que trabajar muy duro para revertir la actual situación. Bajo mi punto de vista, falta una reforma de calado de la administración pública. Texas es más grande que España y no tienen 17 parlamentos autonómicos, por poner un ejemplo. Se trata de hacer el estado sostenible y no de pasarle la pelota a las familias y a las empresas con subidas de impuestos. Al final se ha metido mano a lo que debiera ser intocable y algún día nos arrepentiremos.

Dicho ésto, también es cierto que hoy España no es el principal motivo de preocupación de Europa. Nos financiamos a unos costes razonables, incluso increíblemente baratos si nos comparamos con lo que ocurría hace un par de años, y pese al problemón que seguimos teniendo con nuestro déficit (una subida o bajada de un 1% en los intereses que pagamos por nuestra deuda no supone una subida o bajada de gastos de unos 7.000 millones de euros, ahí queda eso), la realidad es que ya no se pone en tela de juicio nuestra voluntad por disciplinar nuestras cuentas públicas. Esta mejoría en el acceso a la financiación permitirá atenuar los recortes y, por lo tanto, favorecerá el crecimiento. 

- El sector inmobiliario: Hace unos días, el profesor de la Universidad de Barcelona, Gonzalo Bernardos, uno de los pocos que en 2007 advirtió la que se avecinaba en el sector de la construcción, presentaba el informe Forcadell sobre la realidad del mismo en el año 2014. Noticias buenas y no tan buenas. En ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, el ajuste ha llegado a su fin y es posible que vea cómo a finales de este año o en el principio del que viene, el comienzo de una pequeña recuperación de los precios medios. En ciudades menores y segundas residencias, todavía no se ha tocado fondo pero se está muy cerca del mismo. No podemos esperar que la construcción aporte al crecimiento, pero sí que deje de ser un lastre. Cuando comenzó la crisis, se apuntaba que, mínimo, el precio de la vivienda debía caer un 30%. En 2013 dicha caída respecto al año 2007 ya sumaba un 45%.Poco margen queda para la caída del mismo.

- La banca: Su rescate, unido a la creación de SAREB, sin lugar a dudas ha servido para mejorar sus balances y hacer a las entidades mucho más sólidas. Prestan todavía muy poco por las nuevas directrices que Basilea III ha marcado y por el perverso juego de financiar los déficits públicos, pero cómo se explicaba al hablar de las empresas, parece que poco a poco el crédito comienza a fluir. En el fondo es lógico. Ahora la banca, una vez que ha saneado sus balances, necesita ganar dinero y eso sólo puede hacerlo "comprando" y "vendiendo" el mismo. Sin lugar a dudas, hoy nuestras entidades están mucho mejor que en 2010.

- El mercado laboral: El dato de la EPA del primer trimestre fue bastante duro, pero conviene matizarlo. No se puede comparar la EPA con los datos del paro, ya que sería como poner en la misma cesta manzanas y naranjas. Si se analiza con las cifras de otros primeros trimestres, vemos que se trata del mejor dato desde el año 2008. Se destruye empleo porque el poco que se crea es temporal y una vez finalizada la campaña de Navidad, la gente vuelve al paro. Además, conviene señalar que el dato es trimestral y que el único mes que realmente se crearon puestos de trabajo durante el msmo, de acuerdo con el INEM, fue marzo. Dicha realidad se ha visto reafirmada con los datos de abril, cuando el paro ha bajado en 111.565 personas (50.202 en términos desestacionalizados, la mejor cifra de toda la serie histórica) y con un crecimiento de los afiliados a la Seguridad Social de 133.765 personas (el dato realmente importante). En el último año, dicho número ha crecido en 197.701 personas. Hace unas semanas señalaba que el mercado laboral había entrado en una nueva fase y me reafirmo: en marzo y abril el número de afiliados a la Seguridad Social ha aumentado en casi 218.000 personas. Dicho de otra forma, ahora sí que se está creando empleo aunque con dos matices.

El primero es que el 90% de los contratos que se han firmado en abril han sido temporales, por lo que cabe esperar que en algún momento del año vuelva a bajar la afiliación a la seguridad social. El segundo es que uno de cada tres contratos firmados fueron a tiempo parcial. Esto nos indica varias cosas: la primera, que los empresarios siguen viendo la recuperación muy endeble. La segunda, y como consecuencia de lo anterior, que el empleo que se crea es precario. La tercera, y esta es la buena noticia, es que se percibe un repunte de la actividad. De otra forma no se contrataría a nadie.

El mercado laboral español siempre ha sido rígido e ineficiente. A la reforma laboral la vamos a ver ahora. Si como apunta el ministro De Guindos, es capaz de crear más de 600.000 puestos de trabajo de aquí a finales de 2015, creciendo por debajo del 2% (circunstancia que jamás se ha dado en nuestro país), entonces podremos hablar de éxito. Si por el contrario se cumplen los augurios de la Unión Europea respecto a que el paro apenas bajará, podríamos considerarlo como una oportunidad fallida. La enésima. En las reflexiones finales apuntaré algo sobre la precariedad de los nuevos contratos.

Queda mucho por hacer en otras áreas que requieren de reformas estructurales de calado. Fundamental la del mercado energético. Necesaria la de las telecomunicaciones. Y es dramática la incapacidad de nuestra clase política para ponerse de acuerdo en lo que a planes educativos a largo plazo se refiere. Los mercados, guste más o guste menos, terminan encontrando un punto de equilibrio. La labor del gobierno de turno es, precisamente, tratar que el mismo se alinee con el óptimo social. A la luz de los hechos queda claro que estamos lejos de ese punto.

¿Qué significa la recuperación? Hace falta una buena pedagogía también al respecto. Si por ella entendemos una vuelta a los niveles de renta y empleo de antaño, queda claro que no estamos en ese punto ni de lejos. Pero si por recuperación entendemos un camino que nos debería llevar a la normalidad económica, entonces sí que creo que estamos en él. La parte dura, quizás, es la que se plantea respondiendo a la siguiente pregunta. ¿Cuál es la verdadera normalidad económica de nuestro país? 

España siempre ha tenido un fuerte componente estructural en su nivel de desempleo, el cual sólo se ha podido absorber por una burbuja de dimensiones astronómicas. Esa gente sin formación que trabajó en la construcción durante los años de las excavadoras, tienen muy difícil su vuelta al mercado laboral por su escasa formación. Y cuando lo hagan, lo harán con contratos precarios, por cuanto a corto plazo no hay industrias capaces de absorber tanto empleo. Traducido, que nos vamos a tener que acostumbrar a tasas de desempleo entre el 15 y el 20% durante mucho tiempo, salvo que se aceleren los procesos migratorios que ya se están dando o se genere otra burbuja, aunque suene a un mal chiste. Es duro decirlo, pero los mercados se desplazan hacia donde hay más rentabilidad, incluido el laboral. Y la gente necesita trabajar.

A corto plazo veo muy difícil que el empleo que se genere sea de calidad por dos motivos básicos. El primero intrínsicamente doméstico: los contratos fijos son lo último que crecen en las salidas de las crisis, porque al empresario necesita confianza para volver a contratar de forma indefinida. Y esa confianza no sólo viene determinada por la situación macroeconómica, sino por el marco jurídico que rige las relaciones laborales. Aquí nos encontramos con dos circunstancias que retraen la contratación fija: una, el excesivo carácter tuitivo del derecho laboral español (aunque se traten de objetivar las causas del despido por causas económicas) y dos, la dualidad de nuestro mercado laboral. Aquí siempre me he alineado con FEDEA respecto a la necesidad de introducir un contrato único.

El segundo motivo tiene que ver con un cambio que se está dando en la economía global. Vivimos en la era de la flexibilidad, contraria a las jerarquías y estructuras. Las compañías compiten a nivel global y cuando tienes una economía no basada en el conocimiento, como lamentablamente nos ocurre, los costes de mano de obra son clave para exportar. Los contratos temporales, el auge de las relaciones mercantiles que esconden relaciones laborales (autónomos que trabajan al 100% para una empresa) y otras fórmulas menos costosas que además doten de flexibilidad a las empresas van a ir en auge. Cuando compites en costes, las reglas del juego las marca el país menos desarrollado y con menos derechos de los trabajadores. Es duro decirlo, pero es el lado perverso de una globalización que creíamos que nos iba a beneficiar eternamente. Ello tirará, además, moderará los incrementos salariales durante un tiempo.

Este último párrafo me permite hilvanar con la penúltima idea del post. España tardará mucho en recuperar el nivel de vida que tuvo durante la burbuja. Nuestro progreso vino dado por nuestra capacidad de endeudamiento, la cual sirvió para financiar unos activos que finalmente han terminado valiendo muchísimo menos de lo que se creía, y no por la mejora de nuestra productividad, que es lo que hace sostenible la mejora de la renta per cápita. Por el camino nos irá yendo mejor... pero respecto al peor momento de esta coyuntura. Probablemente se tocó fondo durante el primer semestre del año pasado. Ese es nuestro duro punto de partida.

Última idea. La recuperación será totalmente asimétrica. Los primeros que están notando la mejoría macro son las personas con mayor dinero y capacidad de ahorro, por cuanto sus inversiones ya valen más que hace unos meses como se explicaba al inicio del post. La bolsa suele ser un indicador anticipado de la actividad económica y nuestras empresas han recuperado valor y beneficios en los últimos meses. A los siguientes que les irá mejor será a aquellas personas que tengan un puesto de trabajo en la actualidad, por cuanto paulatinamente irán perdiendo el miedo a perderlo. Y de la gente en paro, los primeros en salir serán aquellos que tengan formación. Malísimas noticias para una parte demasiado importante que está en el INEM.

No quiero terminar sin un mensaje de esperanza. El potencial de España es el más grande de Europa y no es ninguna exageración. Un país puede crecer si incrementa su número de recursos económicos y si los emplea mejor. Con un 25% de tasa de desempleo, España tiene una capacidad de crecimiento espectacular. ¿Os imagináis que además hubiera un plan a 30 años para la educación que nos convirtiera en una potencia de la economía del conocimiento? Corea del Sur hoy está recogiendo esos frutos. Entonces dicho crecimiento sería exponencial. Se me ponen los pelos de punta sólo de pensarlo. Ojalá nuestros políticos también lo vieran.




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