Economía - Breve Crítica a "los Diez Mandamientos" del FMI para España

Una Visión Crítica

A estas alturas de la vida y de la actual coyuntura, no pretendo dármelas de sabio o gran conocedor de la Macroeconomía. Más bien admito que es un área de conocimiento que me gusta, pero que mi carrera de Administración y Dirección de Empresas casi pasó de soslayo por la misma, por lo que no me queda más remedio que reconocer mis carencias en la materia. Pero una cosa es esa, y otra es el sentido común, el afán por la lectura y por saber qué ha pasado en coyunturas anteriores similares a la actual. Es por ello por lo que de un tiempo a esta parte uno no deja de sorprenderse con las "recomendaciones" o "dogmas" que el FMI lanza a modo de dardo envenenado una semana sí y otra también. Lo último han sido sus "diez mandamientos" para que nuestro país deje atrás la crisis y salga reforzado de la misma. No digo que los mismos no tengan su sentido, pero para el FMI España debe ser una especie de laboratorio de ideas en el que experimentar remedios que casi nunca tienen en consideración el impacto de las mismas sobre las personas. Y cuando la economía no tiene en cuenta el sufrimiento de la gente, no es sostenible. Al final las sociedades siempre se levantan.

Lo primero que apunta el FMI es que en España se deben bajar los salarios, bajar las cotizaciones sociales y posteriormente subir el IVA. La excusa es que con ello España podría mejorar su competitividad y seguir creciendo con sus exportaciones. Con la segunda medida, el FMI piensa que España podría terminar de reducir su déficit público. Académicamente tiene sentido, pero con el sentido común en la mano, que como suele decir mi abuela, a menudo es el menos común de los sentidos, yo no le encuentro ninguno. Una bajada de un 10% de los salarios (cuantía que propone el organismo presidido por Christine Lagarde), conllevaría muy probablemente un crecimiento de la mora de las hipotecas de las familias. En paralelo, deprimiría más el consumo, lo que haría que las empresas se vieran abocadas a vender más barato lo que, en consecuencia, reduciría sus EBITDAS, e impediría que pudieran cumplir con la banca. Recordemos que España sigue teniendo un problemón de deuda privada. Todo ello haría que la banca tuviera que incrementar sus provisiones, deteriorando sus balances hasta tal punto que, muy posiblemente necesitase un segundo rescate, lo que, de nuevo, incrementaría nuestro déficit público. Esta medida sólo tiene sentido si lleva aparejada una condonación o quita de buena parte de las deudas del sector privado con nuestras entidades financieras, pero ello, de nuevo, dejara muy tocadas a éstas.  Hoy Oli Rehn se ha subido al carro e insiste en que una bajada de los salarios, además de mejorar la competitividad, haría que disminuyera la inflación, lo que podría animar el consumo, pero obvia que a la par haría que la deuda privada creciera exponencialmente en términos relativos. Alucino. 

Soy el máximo defensor de la apertura de nuestra economía y, creo firmemente, que el principal cambio que se está dando en nuestro país es precisamente el incremento de las exportaciones. Pero éstas todavía no compensan la caída del consumo interno. Las compañías españolas no son menos competitivas que las empresas estadounidenses de parecida dimensión, pero el problema es que a las nuestras les falta, a menudo, masa crítica. Y cuando más grande es una  empresa, mayor suele ser su productividad. No basta con bajar salarios para ser más competitivo. Necesitamos dimensión también, pero sobre todo educación e I+D+i.

La segunda idea del FMI es subir el IVA de determinados productos que tienen un tipo reducido o súper reducido con el fin de ayudar a que se reduzca el déficit público. Lo de esta gente con los impuestos es algo más que llamativo. La ley de Laffer señala que no siempre que se suben los impuestos aumenta la recaudación. Cuando un tipo impositivo es demasiado alto, incluso puede hacer que ésta caiga. Bien, tras las medidas del gobierno de Mariano Rajoy en el año 2012, la presión fiscal para un español con salario medio, soltero, fue de un 41,4%, lo que implica un incremento de un 1,4% respecto al año anterior. Ningún país de la OCDE experimentó tal subida. De la misma forma, pocos países de la OCDE han sufrido una recesión tan dura como la nuestra. Sinceramente, creo que no hay cabida para nuevos incrementos tributarios, y es más, yo no conozco ninguna crisis de la que se haya salido subiendo impuestos. Más bien al contrario.

La tercera idea apunta a que en España el paro seguirá siendo muy elevado durante varios años, cosa que todos intuimos desgraciadamente. Pero al margen de recomendar bajar los salarios, no dice nada nuevo. El proceso de recuperación del empleo va a ser terriblemente largo por una cuestión de cajón. España necesitaba, antes de la actual reforma, crecer por encima del 2% para generar empleo. Ahora mismo es una incógnita, tras la reforma del mercado laboral, si se podrán crear puestos de trabajo con tasas menores, pero en cualquier caso, parece que la expansión de nuestro PIB no superará el 1% en los próximos años. Me hubiera gustado saber qué opina el FMI del contrato único o sobre la necesidad de cambiar el modelo de negociación colectiva en nuestro país, el cual se ha demostrado terriblemente ineficiente. O se opta por el modelo nórdico o por el americano, pero quedarnos como estamos es condenarnos a repetir errores.

La cuarta idea está relacionada con el déficit público. Confirma que no se van a cumplir con los nuevos objetivos, cosa que parece razonable, pero elogia los esfuerzos de nuestro país en la consolidación fiscal. Mantengo que lo que hicimos el año pasado fue encomiable: en un entorno de durísima recesión, se redujo el déficit público de una manera notable. Pero dicho ésto, no es menos cierto que todo el esfuerzo lo han hecho familias y empresas, sobre todo PYMES. La reforma de la administración todavía es un mero borrador, por ejemplo, y el ahorro de gasto público se ha hecho en buena medida con cargo a sanidad y educación, lo que ahonda en la desigualdad social, clave para un desarrollo sostenible. Entiendo, que cuando un ex político dirige un organismo como el FMI (véase Rato, Strauss Khan o Lagarde) es difícil que ataque a los de su casta. Lamentable. Ni una palabra sobre el excesivo número de cargos y duplicaciones de la burocracia de nuestro país.

El quinto punto se refiere al crecimiento en España, el cual bajo su punto de vista será famélico en los próximos años. Yo vislumbro una salida a largo plazo también, pero no quiero pasar por alto el informe del equipo de estudios del BBVA, el cual suele acertar casi siempre y que hoy nos ha dado una alegría. Podríamos estar saliendo de la recesión e incluso crecer un 0,9% el año que viene. Todo lo que sea crecer por debajo del 2% es poco, porque estamos en un pozo muy profundo, e insisto en que el camino será largo, pero a estas alturas nos sobra gente tóxica.

La sexta idea alaba el cambio dado por nuestro país y el buen funcionamiento de nuestras exportaciones. Le ha faltado decir que desde luego no ha sido gracias al FMI y sí al buen hacer de una nueva generación de empresarios y emprendedores que han comprendido que el mundo es maravillosamente global y que puede competir sin complejos en cualquier mercado.

El séptimo punto toca el manido asunto de la banca. Según el FMI debe ayudar al desapalancamiento, pero ello sólo será posible si de paso le fuerzan a que fomente cierto revolving que favorezca el progresivo desendeudamiento de las empresas y familias, así como que favorezca quitas explícitas o implícitas (alargando plazos con cuotas progresivas y crecientes) que permitan que la inflación, con permiso de el señor Rehn, haga su trabajo.

El octavo punto aborda el llamado "Plan de Insolvencia Personal", el cual buscaría fomentar que, cuando una persona se vea abocada a la quiebra personal y pierda su vivienda, tenga facilidades para volver a empezar. Se insta a nuestro país a que tome ejemplo de otros países europeos. En este caso estoy totalmente de acuerdo. Cuando una persona pierde la vivienda, recibe ya un castigo económico y moral descomunal. Es terriblemente injusto que las pérdidas sean asimétricas y que la banca no asuma también sus errores al dar préstamos que a lo mejor no tenía que haber concedido.

La novena idea está relacionada con el cálculo de las pensiones. En este punto también tengo que estar de acuerdo con el FMI, aunque pueda parecer injusto. Sin natalidad, con los inmigrantes marchándose ante la falta de trabajo y con la gente viviendo más años, no queda otra que ampliar los plazos de cotización, si bien me parece justo también que se ponderen las diferentes circunstancias de las personas de cada país. En paralelo echo de menos que no se inste a nuestro gobierno a fomentar, precisamente, medidas de crecimiento demográfico. Al final el crecimiento económico tiene que ver mucho con ello.

Por último, el FMI habla en su último punto acerca de la ley de colegios profesionales. Honestamente, no puedo aportar nada en este punto

Así pues el tiempo dará y quitará razones, pero el FMI, "experto" en "liarla" en algunos países en vías de desarrollo, nos propone unas recetas que básicamente creo recargan aún más la presión sobre familias y empresas, lo cual me sigue pareciendo profundamente injusto. Doctores tiene la iglesia y el FMI cuenta con magníficos profesionales, pero entre ellos, y a la cabeza de los mismos, se encuentra una persona que aceptó subir los tipos de interés en el año 2008 cuando se veía venir el tsunami financiero que ha arrasado las vidas, puestos de trabajo y esperanzas en un futuro mejor de millones de ciudadanos en todo el mundo. Aunque sólo fuera por ellos, nos merecemos que las ideas de este tipo de organismos comiencen por reconstruir nuestra maltrecha economía, pero esta vez ligándola al desarrollo humano, en definitiva a las personas.










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