Economía - Pirómanos combatiendo el Incendio

Algunos Apuntes

Cuando uno no pensaba que hubiera más resquicios para la sorpresa en esta interminable coyuntura, antes de ayer Olli Rehn dio una vuelta de tuerca más al comparecer ante los medios y sugerir que España tenía que subir impuestos, sugiriendo entre otros el IVA de los productos que llevan tipos reducidos. No es que uno sea un súper experto en Macroeconomía, pero conceptos como la curva de Laffer se te quedan. La misma indica que, a partir de un determinado punto, las subidas de impuestos no generan mayores ingresos tributarios. Incluso pudieran reducirlos. Ha habido siempre mucho debate al respecto, por cuanto los llamados neoliberales han tratado de defender que la ecuación puede funcionar a la inversa, de tal forma que cuando se bajen los impuestos suba la recaudación. Todo esto es matizable, ya que sabemos que los sistemas fiscales pueden ser más o menos impositivos dependiendo del gobierno de turno. En cualquier caso, dejando a un lado cuestiones ideológicas, llega un momento que uno pincha en hueso y que, efectivamente, por mucho que se suban los impuestos, el erario público no recauda más. Sobre todo en tiempos de recesión, me atrevería a decir.

Siempre que se suben los impuestos, se reduce la base imponible. Pensemos en la subida del IVA del año pasado. Las empresas no pudieron trasladar la misma al consumidor final porque ahora mismo la elasticidad en el precio es máxima. Es decir, cualquier subida de éste tiene una repercusión en la demanda brutal. Ante esa coyuntura, las empresas optaron por bajar precios, por asumir parte de la subida, lo que implica menores márgenes brutos, menores EBITDAS, menores flujos de caja y, por lo tanto, menores beneficios y más paro. Al haber menores beneficios, se paga menos Impuesto de Sociedades. Y al aumentar el paro, disminuye la renta de las familias. 

Pero la subida del IVA, afecta, además, a las familias por otro lado, ya que implica una disminución de la renta disponible de éstas una vez que han satisfecho sus demandas más básicas (alimentación, ropa). Es decir, tienen menos para gastar en ocio o en otro tipo de artúclos más allá de los de primera necesidad. Y en una economía famélica, dónde el consumo privado lleva un tiempo en caída libre y se depende mucho del sector servicios, esto es el remate.En paralelo, se puede reducir la recaudación por IVA si el consumo baja de una manera importante. Los bienes y servicios que están gravados al 10%, que son precisamente esos que Ollki Rehn quiere subir, no son tantos, pero sí que son significativos. Por ejemplo la hostelería, muy vinculada al turismo y de los pocos motores que todavía nos funcionan relativamente. Subir ese IVA sería más que contraproducente en la senda de la recuperación.

Pero es que más allá de la razonabilidad económica, que yo no se la encuentro, están los datos objetivos que hemos conocido esta semana. De entrada, la noticia de que el déficit acumulado por el estado a 30 de abril era mayor que el del año pasado, fundamentalmente por la reducción de los ingresos tributarios. Y eso que el año pasado, durante el primer cuatrimestre, el IVA era más bajo y apenas acababa de entrar en vigor la subida del IRPF. En paralelo hemos sabido que la OCDE ha empeorado sus previsiones para España, y los datos del INE nos dejan entrever que, si bien es cierto que podemos estar más cerca de un punto de inflexión, también lo es que el dato de recesión que predijo el gobierno para este año puidiera quedarse corto y estar más cerca del -2% que del -1,5%. Y luego está el dato del paro, el cual las estadísticas siguen demostrando que se sigue destruyendo empleo a más velocidad de la que cae la economía. Esto es, nuestro mercado laboral se sigue comportando de una manera muy rígida. Pese a todo, sigue habiendo quien sugiere que hay que subir el IVA. Desde Bruselas, claro.

Por último hoy hemos sabido de otro informe que maneja Bruselas referente a nuestra burbuja: los pisos van a seguir bajando al menos hasta el 2015. Esto tiene una implicación demoledora sobre nuestra economía. En primer lugar, porque la primera derivada es que se va a seguir destruyendo riqueza de las familias. En segundo lugar, porque si el paro sigue subiendo y aumenta la mora, incluso las casas que se queden los bancos, éstos tendrán que seguir provisionando y seguirán sin tener resuelto sus problemas actuales, con el agravante de que las viviendas embargadas o aceptadas como dación en pago, pudieran valer menos que sus préstamos hipotecarios. Pero lo que es más sin duda lo más increíble, es que desde Bruselas se congratulen de que estén bajando los salarios en términos absolutos, ni siquiera relativos.

Yo soy de los que piensa que una de las causas de la rigidez de nuestro mercado laboral es el esquema de actualización de salarios vinculado a la inflación. Máxime en un país que importa el 99% del petróleo que consume. Necesitamos moderar nuestros salarios y creo que eso, guste más o guste menos, es imperativo. Pero dicho ésto, no podemos olvidar que España, más allá del problema que ya supone su déficit y sus cuentas públicas, tiene otro problema, y bien gordo, de deuda privada. Es imposible que las familias y las empresas puedan pagar sus deudas sin mejoras salariales y subidas de precio de sus productos. En definitiva, con un poco de inflación que permita reducir en términos relativos su deuda. Las bajadas salariales sólo pueden aumentar los impagos del sector privado, lo que redundará de nuevo en un empeoramiento de los bancos y lo que hará, de nuevo, que los gobiernos metan dinero de nuevo al sistema financiero y con ello vuelva a crecer el déficit público. Sinceramente, no sé en qué cabeza cabe seguir subiendo impuestos en estos momentos.

Hay alternativas. La primera dotar al estado de una estructura sostenible y no mastodóntica, hacer más impositivos determinados impuestos, reformar el de Sociedades (porque lo de las empresas del IBEX clama al cielo), reducir parlamentarios autonómicos, quitar dietas, coches oficiales, gastos improductivos en definitiva, cualquier cosa menos seguir exprimiento una naranja a la que no queda zumo que sacarle. Pero claro, ello implicaría tener políticos serios dotados de cierto rigor, que analizasen las cosas con calma y no echaran más leña al fuego cada vez que les ponen un micrófono delante. Definitivamente tenemos un incendio y al frente hay un equipo de pirómanos combatiéndolo.

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