Empresa - La Empresa Como Constructora de Sociedad

Sobre Ecuaciones Pendientes de Resolver

Hoy me gustaría comentar con vosotros algunas de las conclusiones e ideas que surgieron tras la conferencia que di la semana pasada en Burgos acerca de la Gestión de Recursos Humanos en Tiempos de Crisis. Lo primero que quiero decir es que fue una jornada sumamente interesante, en la que pudimos intercambiar experiencias del campo de batalla en un momento complicado como el actual. Lo segundo, que sirvió para constatar que algo se está moviendo y está cambiando en nuestras empresas, y eso me alegra. Y lo tercero, que también demostró que a la empresa le quedan muchas ecuaciones pendientes de resolver en la asignatura de ser constructora de sociedad.

Esta última frase es una idea que a la gente le choca. ¿Por qué debe ser la empresa constructora de sociedad? ¿No es su única finalidad ser rentable y ganar todo el dinero posible? Si nos remontamos al siglo XVIII y hablamos de Adam Smith, encontraremos que éste defendía (dicho esto de forma sencilla) que cuando dos agentes en un mercado perfecto competían buscando maximizar su beneficio, la sociedad en su conjunto se beneficiaba de la eficiencia de éste. De forma muy sencilla de nuevo: se produce lo que se va a consumir, se paga un precio justo, por lo que se puede pagar un salario justo y toda la sociedad sale beneficiada. Hoy en día se asume que hay tres instituciones básicas dentro de un sistema económico moderno: las empresas (que hacen el papel de agentes), el mercado (que regula los intercambios) y los estados, que marcan las reglas del juego y proveen a la colectividad de aquellos bienes y servicios que por razones de interés general, su provisión no puede ser confianda al mercado (vamos, que tratan de corregir las imperfecciones del mercado).

Extrapolando las ideas de Adam Smith, los economistas neo liberales han concluido que la maximización del beneficio de las empresas implica una mejora para toda la sociedad. El problema es que dicho axioma no se cumple. Hemos vivido en estos últimos años, como ya se ha apuntado, una era de beneficios empresariales record bajo el amparo de una economía global. Sin embargo, los indicadores económicos nos hablan de desigualdades record y una sociedad más empobrecida tras el famoso "credit crunch", con millones de nuevos parados a nivel mundial y millones de ahorradores que han perdido buena parte de sus inversiones.

Primera idea, por lo tanto. La empresa debe buscar un indicador de creación de riqueza más allá del mero beneficio empresarial. El progreso y mejora de toda sociedad es sinónimo de prosperidad económica también y, por lo tanto, de prosperidad empresarial. Citando a Amartya Sen, premio Nobel de economía en 1998, ningún sistema económico puede ser viable si no va ligado al desarrollo humano.Si estos años de beneficios record de las empresas globalizadas no ha dado un impulso global a nuestro planeta, me atrevo a decir que la ecuación neoliberal no se cumple.

Dentro de esa idea de creación de riqueza más alla del mero beneficio empresarial, la empresa debe valorar si económicamente es sostenible este sistema. Jornadas laborales amplísimas, personal que sólo vive para trabajar, niños que crecen viendo a sus padres tan solo los fines de semana.... todo vale para maximizar el beneficio, pero todo ello nos está llevando también a un 31% de tasa de fracaso escolar en España. Es cierto que aquí se dan también otros factores y que no todo es culpa de la empresa, pero la realidad es que ésta debe poner su granito de arena, porque nos encaminamos hacia una descapitalización humana de nuestro país, lo cual repercutirá, sin duda alguna, en nuestra sociedad y en nuestras compañías. La colaboración entre centro escolar y familia, según se desprende de multitud de estudios, contribuye a evitar el fracaso escolar. Si los padres están trabajando en jornadas interminables, ¿cómo se va a dar esa colaboración?

Segunda idea. La conciliación de la vida laboral y familiar es una cuestión social que debe resolver la empresa, porque en el futuro va a tener implicaciones económicas sin lugar a dudas.

La empresa no ha sabido resolver la incorporación de la mujer al mercado laboral. Actualmente, según se desprende de estudios de la OCDE casi el 60% de los universitarios actuales son mujeres. Dicho de otra forma, casi el 60% del futuro personal cualificado del mundo serán del género femenino. La empresa debe buscar fórmulas altenartivas e imaginativas que atiendan esta realidad. Si esta crisis actual es de valores, no podemos obviar que la educación se da en casa, no en el colegio, y que para ello necesitamos padres educando sin dejar de tener los mejores profesionales cualificados en nuestras empresas.

Tercera idea. Las crisis son oportunidades inmejorables para introducir cambios drásticos. Necesitamos a directivos valientes capaces de aportar soluciones a esta ecuación.

Por último. Las empresas en tiempos de crisis muchas veces toman decisiones drásticas que conllevan despedir a mucha gente. Está claro que el empresario debe velar por la supervivencia de la empresa, porque si no, no sólo tendrá que despedir a unos cuantos, sino a todo el personal. En cualquier caso: los estudios demuestran que los despidos no son casi nunca una buena solución.

Cuarta idea. Necesitamos medidas imaginativas, dialogadas y pactadas, que no supongan un portazo a los trabajadores y una descapitalización de la empresa a su vez. Los datos demuestran que cuando las empresas vuelven a un ciclo positivo tienen que "fichar" profesionales cualificados a precio de oro. Un 20% de paro en un país desarrollado es un drama social, pero también un problema económico de primer orden.

Así pues, ardua tarea la que le queda a la empresa. Evidentemente todas estas ideas requieren también de un impulso desde la administración y, por supuesto, todas son rebatibles. Todas salvo aquella que dice que ninguna empresa puede vivir de espaldas a la sociedad en la que se desenvuelve.

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